LA ALEGRIA COMO SENTIMIENTO VITAL. Si dejamos abiertos de par en par los sentidos y nuestro cuerpo y nuestro espíritu, en perfecta sintonía, se dejan invadir por la Naturaleza y por la vida que late en los demás seres, como por arte de magia nos sentiremos inundados de la paz, la fuerza, el orden y la belleza de esa maravillosa sinfonía de la creación en todo su esplendor. Y es que la vida en sí misma es un generador constante de alegría.LA ALEGRIA SE APRENDE. Sí, se aprende a ser alegre y el aprendizaje de la alegría debería ser tarea primordial en el hogar y en la escuela. Si es verdad, como diría R. Guardini, que "Educamos más por lo que somos que por lo que hacemos o decimos"..., ser adultos alegres, cambiar nuestras actitudes deprimentes, negativas y derrotistas por otras entusiastas, p
ositivas y esperanzadoras, sería la "conditio sine qua non", de una educación para los valores humanos.La alegría de vivir, la alegría de compartir con otros la propia existencia ha de ser potenciada, incrementada y enriquecida con la ejemplaridad del educador. Esta constituye uno de los elementos esenciales de su personalidad educativa: la encarnación ele ¡os valores que, con su ejemplo, presenta al educando de manera experiencial y viva. A mi juicio, el valor de los valores o el denominador común de todos ellos es, sin duda, la alegría.

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